Como cualquiera, como todo el mundo,
tengo cosas que decir sobre las acampadas en Sol, las elecciones del 22-M, los cuatromillonesnovecientosdiezmildoscientos
parados en España, etcétera.
Pero temo encontrarme con la retahíla de vaguedades de siempre,
tópicos inamovilbles,
el PSOE sufre las consecuencias de la crisis económica o crece la abstención,
montañas insalvables dirán unos.
se veía venir dirán los otros.
Miedo a encontrarme con mi mismo dentro de una semana y pensar en esto que escribí, datos incoherentes y frases sacadas del último telediario. Miedo a encontrarme con quien cree que son posibles las utopías que prometen las soflamas del político de barrio escupidas indiscriminadamente desde un escenario improvisado, rodeado de banderitas y eslóganes multicolor.
Miedo.
Miedo al líder enarbolando lápices afilados ante una multitud que levanta el puño al son de una batuta imaginada, una coreografía perfecta para estos momentos de euforia colectiva, todos opinan al mismo tiempo, cualquiera quiere dejar su granito de arena, servir a la causa y ser partícipe del triunfo histórico.
Triunfo histórico,
en mitad de la algarabía asomo la cabeza,
y me embebo en esa masa,
la mitad más uno significa victoria, aplasto al rival, me contagio de la euforia, alzo el puño, grito, ordeno, mando. Ya en la intimidad doy mi opinión infundada a mis camaradas, y me invento números y hazañas que nunca tuvieron lugar.
En fin,
soy un blando.