sábado, 7 de mayo de 2011

No tengas miedo


La última película de Montxo Armendáriz narra el trauma de Silvia durante su infancia, el inevitable paso a la adolescencia y su primera etapa adulta, la peli nos cuenta la manera que tiene el ser humano de enfrentarse ante sus demonios y como intenta buscar formas de escapar de su propia desesperación . Es una película bastante dura y que te deja el cuerpo un poco plof, es de esas películas que tras verla sales del cine con esa sensación de irrealidad y pensando en que lo que acabas de ver proyectado en la pantalla es más real que la vida y las personas que ves paseando delante tuyo. Salimos del cine con una sensación de vacío en el estómago y decimos que hay cosas que aunque sepamos que existen de verdad, aunque salgan de vez en cuando en las páginas de sucesos de los periódicos o en los telediarios, no queremos ver representadas en la oscuridad de una sala y que es mejor no saber o no mirar. Y es que desde fuera es fácil entender el miedo de Silvia, podemos intuir los fantasmas que la obligan a aniquilarse por dentro y contamos con los dedos de una mano los recursos de los que va apropiándose para combatirlos, nos encontramos ante un delirio solo apaciguado por el sonido producido por la suave vibración de las cuerdas de un violonchelo o por el de una máquina tragaperras en el momento en el que los tres limones enfilan una línea ganadora, la música y el juego como únicos antídotos eficaces.  Presenciamos el proceso que consiste en perfeccionar esa técnica de autodestrucción que la llevan al silencio y al juego compulsivo como única manera de supervivencia, porque nadie con 10 años puede saber que lo van a marcar de por vida con un hierro al rojo vivo y que va a verse instalado para siempre en un mundo de sombras y de dudas, no es fácil borrar esas marcas que dejan los hierros que se utilizan para marcar las reses y olvidarlas resulta entonces algo impensable. Cuando Silvia todavía carecía de uso de razón tampoco imaginaba que alguien iba a inocularle una dosis de miedo que comenzaría siendo del tamaño de una lenteja y que poco a poco iría adquiriendo proporciones devastadoras, poblando su cabeza de sombras y alejándola violentamente de la aparente normalidad con la que se comporta la gente que la rodea.

La película también deja cabos sueltos que el espectador o los manuales de psicología deberán recoger y atar, pero lo que es seguro es la presencia de una tenue luz al final del fundido en negro.


Free counter and web stats