lunes, 25 de julio de 2011

diez días

10 días en un lugar alejado de todo, solo, durmiendo en la parte trasera de una furgoneta carcomida por el salitre y calentando café en un infiernillo tintineante, reventando a leche condensada y galletas hiperproteicas. Una linda estampa: un faro que se ve a lo lejos saluda mediante su parpadeo lumínico, el vigía de la atalaya conoce bien este juego de luces intermitentes que noche tras noche debe activar para prevenir a los pesqueros de altura que se acercan peligrosamente a la línea de tierra, cambiad el rumbo si deseáis preservar la vida. Si todavía no estáis tan perdidos de alcohol y de opio, si no estáis como muertos ahí dentro, si a bordo todavía queda alguien que no esté tan borracho como para adivinar esta luz que os envío desde tierra. No es la derrota que debéis tomar.

Este paisaje quimérico adornado por el faro plateado castigado por las olas y el viento y guardado por un extraño ermitaño que juzga a los que estamos muy por debajo suyo, otra perspectiva es posible desde allí arriba, y otra estampa: el mar de invierno proyectado en la luna frontal de la furgoneta y sintiendo el frío filtrándose por los resquicios de las puertas, con la amargura que invade al héroe al sentir en los pies la arena escarchada por la temperatura bajo cero y preparado para afrontar la primera pleamar. Lo malo, lo peor, es este gorro de goma que transforma al héroe en esperpento y del que no puede prescindir si desea mantener el calor corporal cuando no pueda evitar la espuma que se le viene encima. Nuestro héroe-esperpento observa como el tiempo resbala como las gotas de lluvia por sus dedos y se dice cosas como que hago yo aquí, recoge las cosas y vete rápido, escapa,  sal del agua y refúgiate al calor de una chimenea artificial, huye de este paisaje desolado, de este sinsentido. Todo cambia cuando comienza a abrir los caminos que intuía desde la orilla y observa las formas sinuosas de la alfombra que tiene debajo, una vez más esos pensamientos se licúan mezclándose con el agua salada y como vinieron se van, llevados por esa cinta transportadora que los lleva hacia el rompiente.


sábado, 11 de junio de 2011

Guía Portugal



Cuando entra buena la mar y en la barra de Ericeira rompen fuertes y sin recorrido es recomendable seguir la carretera comarcal hacia el norte y probar suerte en Praia do Ribamar, los días en los que la mar de fondo azota los acantilados el rompiente de Ribamar es la mejor opción, aquí hay bulla en el pico desde el amanecer y rompen finas y tan huecas que cabrían camiones dentro. Si además sopla del norte después de una noche de luna llena no dudarás en embutirte en el traje de neopreno y saltar al agua desde el espigón de piedra, pero tendrás que tener en cuenta que con períodos de menos de 6 segundos la remontada resultará penosa y superar las orilleras de la primera línea se convertirá en toda una odisea, tamaña empresa que habrás de afrontar para llegar al rompiente. Dudarás en si retroceder o seguir ciego hacia el objetivo, volverás la vista hacia atrás para ver el perfil costero, los pesqueros de altura amarrados en el puerto al abrigo de la marejada y los bloques de vivienda de la primera línea de la playa aparecerán cada vez más pequeños, insignificantes piezas de lego colocadas sin concierto al fondo del arenal. La última de la serie es la más canalla, la que te proyectará sin concesión hacia los arrecifes que quedan a flor de agua y la que te hará tragar arena y salitre, pobre héroe de goma herido e hinchado de agua salada. Pero pasada la serie vuelve la calma y ya solo queda esperar a la siguiente, remarla y evitar el labio cruel, que te lleve por dentro y pensar en no perder el equilibrio ahora, justo en este momento de incertidumbre, salir del tubo y ver la luz.


lunes, 23 de mayo de 2011

Artículo de opinión



Como cualquiera, como todo el mundo,
tengo cosas que decir sobre las acampadas en Sol, las elecciones del 22-M, los cuatromillonesnovecientosdiezmildoscientos
parados en España, etcétera.
Pero temo encontrarme con la retahíla de vaguedades de siempre,
tópicos inamovilbles,
el PSOE sufre las consecuencias de la crisis económica o crece la abstención,
montañas insalvables dirán unos.
se veía venir dirán los otros.
Miedo a encontrarme con mi mismo dentro de una semana y pensar en esto que escribí, datos incoherentes y frases sacadas del último telediario. Miedo a encontrarme con quien cree que son posibles las utopías que prometen las soflamas del político de barrio escupidas indiscriminadamente desde un escenario improvisado, rodeado de banderitas y eslóganes multicolor.
Miedo.
Miedo al líder enarbolando lápices afilados ante una multitud que levanta el puño al son de una batuta imaginada, una coreografía perfecta para estos momentos de euforia colectiva, todos opinan al mismo tiempo, cualquiera quiere dejar su granito de arena, servir a la causa y ser partícipe del triunfo histórico.
Triunfo histórico,
en mitad de la algarabía asomo la cabeza,
y me embebo en esa masa,
la mitad más uno significa victoria, aplasto al rival, me contagio de la euforia, alzo el puño, grito, ordeno, mando. Ya en la intimidad doy mi opinión infundada a mis camaradas, y me invento números y hazañas que nunca tuvieron lugar.
En fin,
soy un blando.






jueves, 19 de mayo de 2011

Olivia

por Sarah Gutiérrez

Toda una vida soñando con tenerla. Años y años anhelando un pasado, y ansiando vivir ya el futuro. Sin embargo nunca me di cuenta de la maravillosa hermosura del presente. He vivido toda mi vida buscando la felicidad, esa grandiosa felicidad de la que tanto hablan, a la que llegas para no salir jamás. Y hoy me he dado cuenta de que es inexistente. Yo puedo asegurar que he encontrado la felicidad y la he visto marcharse. Sus idas y venidas han sido un constante vaivén en el que por horas, por días, por minutos o por incluso segundos, puedo asegurar, que he sido plenamente feliz. Mi felicidad no ha estado en ese futuro ansiado por todos, sino en los pequeños pero grandiosos momentos que tan rápido como llegan se van. Su efímero paso por nuestra realidad es tangible, solo es cuestión de saber apreciarlo y saber entender que no hemos de luchar para que otro nos otorgue la felicidad, sino que está en nuestra propia naturaleza.
Hoy miro a mi marido y a mi maravilloso hijo y garantizo en ellos mi eterna felicidad. Ellos lo han sido todo para mí. Mi primer beso, mi primer amor, aquel hombre que me susurraba al oído y me hacía sentir amada… Mi niño, su primer llanto, su sonrisa, su desparpajo…
Llevo dos años luchando contra mi gran enemigo, mi propio cuerpo, que poco a poco ha ido ganándome la batalla. Me he aferrado a la vida con la mayor ancla jamás construida. He respirado el aire puro cuantos días he podido y sentido el mar acariciando mis pies cada mañana de esta interminable guerra. Hoy mismo aunque, con un despertar muy diferente he acudido a esa cita con la mar. Sin embargo sabía, que esa sería la última.
Estoy tumbada en la cama, me cuesta respirar. Cada aspiración es una contienda ganada. Sé que es el final, que hoy no dormiré más bajo el cobijo de mi hogar. Me pesan los párpados. Poco a poco siento como mi cuerpo se va entumeciendo, va dejándose llevar por la serenidad del definitivo adiós. Mis palabras pesan en el aire, y este en mí. Sin embargo un atisbo de felicidad deslumbra en mi mirada, siento lágrimas caer, pero no porque mi vida se acabe, sino porque lo hace a lo grande. Con mi marido y mi hijo a mi lado agarrándome la mano y dándome la fuerza suficiente para emprender un nuevo camino. Les miro a ambos con devoción, con admiración, orgullo y amor. Clavo mi mirada en ellos con una fuerza descomunal, beso a mi amado Héctor dándole en mano mis más sinceras palabras hacia él reflejadas en un papel. Agarro con todas mis fuerzas a mi dulce niño, mi queridísimo Adrián y le abrazo, susurrándole al oído con mi último suspiro, lo que el aire nunca podrá borrar de las líneas de un papel.

                     Mi niño lindo, mi pequeño gran soñador:
       Pirata y astronauta, inventor y conquistador de estrellas.
                               Mi gran pequeño hombre:
               Hermoso en su dulzura, espléndido en su estar.
                                      A mi amado Adrián:
                             Hoy y siempre estaré a tu lado
                    A cada paso que des estaré orgullosa de ti.
                                  TE QUIERO, precioso mío.

sábado, 7 de mayo de 2011

No tengas miedo


La última película de Montxo Armendáriz narra el trauma de Silvia durante su infancia, el inevitable paso a la adolescencia y su primera etapa adulta, la peli nos cuenta la manera que tiene el ser humano de enfrentarse ante sus demonios y como intenta buscar formas de escapar de su propia desesperación . Es una película bastante dura y que te deja el cuerpo un poco plof, es de esas películas que tras verla sales del cine con esa sensación de irrealidad y pensando en que lo que acabas de ver proyectado en la pantalla es más real que la vida y las personas que ves paseando delante tuyo. Salimos del cine con una sensación de vacío en el estómago y decimos que hay cosas que aunque sepamos que existen de verdad, aunque salgan de vez en cuando en las páginas de sucesos de los periódicos o en los telediarios, no queremos ver representadas en la oscuridad de una sala y que es mejor no saber o no mirar. Y es que desde fuera es fácil entender el miedo de Silvia, podemos intuir los fantasmas que la obligan a aniquilarse por dentro y contamos con los dedos de una mano los recursos de los que va apropiándose para combatirlos, nos encontramos ante un delirio solo apaciguado por el sonido producido por la suave vibración de las cuerdas de un violonchelo o por el de una máquina tragaperras en el momento en el que los tres limones enfilan una línea ganadora, la música y el juego como únicos antídotos eficaces.  Presenciamos el proceso que consiste en perfeccionar esa técnica de autodestrucción que la llevan al silencio y al juego compulsivo como única manera de supervivencia, porque nadie con 10 años puede saber que lo van a marcar de por vida con un hierro al rojo vivo y que va a verse instalado para siempre en un mundo de sombras y de dudas, no es fácil borrar esas marcas que dejan los hierros que se utilizan para marcar las reses y olvidarlas resulta entonces algo impensable. Cuando Silvia todavía carecía de uso de razón tampoco imaginaba que alguien iba a inocularle una dosis de miedo que comenzaría siendo del tamaño de una lenteja y que poco a poco iría adquiriendo proporciones devastadoras, poblando su cabeza de sombras y alejándola violentamente de la aparente normalidad con la que se comporta la gente que la rodea.

La película también deja cabos sueltos que el espectador o los manuales de psicología deberán recoger y atar, pero lo que es seguro es la presencia de una tenue luz al final del fundido en negro.


domingo, 24 de abril de 2011

Viajar

Es bueno viajar, es bueno viajar y perder países, perderlos todos, perder tu propio país, perder hasta tu propia identidad, o como mínimo volverse menos neurótico y aceptar el hecho de que la vida es siempre mestizaje.

E.Vila-Matas (Barcelona,1948)

viernes, 15 de abril de 2011

Por mi y por todos mis compañeros


Desde la terraza de casa se ve un parque infantil de esos que tienen el suelo acolchado, hay unos columpios y un estanque con peces anaranjados y grises. Durante las tardes frías de invierno el parque aparece casi siempre vacío, solamente algunos días se puede ver deambulando a un grupo de rumanos atentos a los contenedores de basura que hay por la zona, aguardando el momento de hacerse con algún objeto de valor que cualquier vecino ha considerado inútil o innecesario. Pero durante las últimas semanas, a medida que el sol ha empezado a calentar y se han alargado los días, el parque se ha ido poblando de niños y chavales que acuden a merendar y a jugar a lo que en este momento esté de moda, a correr de un lado para otro o matar la tarde hasta que llegue la hora de la cena. A veces sus voces se filtran y resuenan en el interior del salón, salgo a la terraza y los miro envidiando la despreocupación con la que corren detrás de una pelota o se persiguen unos a otros sin que parezcan pensar en nada más, libres de preocupaciones y de dolores, ajenos a cualquier tipo de responsabilidad y desarmados de prejuicios y de tópicos, sus cabezas no están todavía invadidas por las sombras del miedo y no se preguntan sobre qué cuestiones deberían de preocuparles, simplemente se dejan llevar lenta pero decididamente, en ellos todo fluye sin demasiado esfuerzo. Es como decir que escapan de cualquier tipo de impostura y se limitan a vivir el presente sin esconderse detrás de corazas protectoras, desbordando energía que ahoga a quienes los observamos desde esta lejanía física y temporal, con esa especie de sentimiento de no retorno y de que cualquier tiempo pasado fue mejor, o tal vez solo fue pasado y nada más. Pero consigo retrotraerme hasta esa edad en la que todo adquiría un sentido transcendental y en el que nada era predecible, cualquier reto se convertía en peligrosamente real y apetecible y un encuentro, acto o frase producía en nosotros un cambio insignificante e inmenso. No existía o no creíamos en el futuro y lo único que nos hacía llorar era la alegría o la rabia, nos limitábamos a mirar a nuestros héroes creyéndoles inaccesibles y a gravitar por esa espiral que nos dirigía hacia la adolescencia, otros mundos nos esperaban y no éramos conscientes de ello, simplemente creíamos tener derecho a buscar la utopía pero no hacíamos nada por encaminarnos hacia ella, nos dejábamos llevar sin gobierno a la manera de quien deja su bote a la suerte de vientos y corrientes marinas a la espera de avistar cualquier falso paraíso.
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