domingo, 24 de abril de 2011

Viajar

Es bueno viajar, es bueno viajar y perder países, perderlos todos, perder tu propio país, perder hasta tu propia identidad, o como mínimo volverse menos neurótico y aceptar el hecho de que la vida es siempre mestizaje.

E.Vila-Matas (Barcelona,1948)

viernes, 15 de abril de 2011

Por mi y por todos mis compañeros


Desde la terraza de casa se ve un parque infantil de esos que tienen el suelo acolchado, hay unos columpios y un estanque con peces anaranjados y grises. Durante las tardes frías de invierno el parque aparece casi siempre vacío, solamente algunos días se puede ver deambulando a un grupo de rumanos atentos a los contenedores de basura que hay por la zona, aguardando el momento de hacerse con algún objeto de valor que cualquier vecino ha considerado inútil o innecesario. Pero durante las últimas semanas, a medida que el sol ha empezado a calentar y se han alargado los días, el parque se ha ido poblando de niños y chavales que acuden a merendar y a jugar a lo que en este momento esté de moda, a correr de un lado para otro o matar la tarde hasta que llegue la hora de la cena. A veces sus voces se filtran y resuenan en el interior del salón, salgo a la terraza y los miro envidiando la despreocupación con la que corren detrás de una pelota o se persiguen unos a otros sin que parezcan pensar en nada más, libres de preocupaciones y de dolores, ajenos a cualquier tipo de responsabilidad y desarmados de prejuicios y de tópicos, sus cabezas no están todavía invadidas por las sombras del miedo y no se preguntan sobre qué cuestiones deberían de preocuparles, simplemente se dejan llevar lenta pero decididamente, en ellos todo fluye sin demasiado esfuerzo. Es como decir que escapan de cualquier tipo de impostura y se limitan a vivir el presente sin esconderse detrás de corazas protectoras, desbordando energía que ahoga a quienes los observamos desde esta lejanía física y temporal, con esa especie de sentimiento de no retorno y de que cualquier tiempo pasado fue mejor, o tal vez solo fue pasado y nada más. Pero consigo retrotraerme hasta esa edad en la que todo adquiría un sentido transcendental y en el que nada era predecible, cualquier reto se convertía en peligrosamente real y apetecible y un encuentro, acto o frase producía en nosotros un cambio insignificante e inmenso. No existía o no creíamos en el futuro y lo único que nos hacía llorar era la alegría o la rabia, nos limitábamos a mirar a nuestros héroes creyéndoles inaccesibles y a gravitar por esa espiral que nos dirigía hacia la adolescencia, otros mundos nos esperaban y no éramos conscientes de ello, simplemente creíamos tener derecho a buscar la utopía pero no hacíamos nada por encaminarnos hacia ella, nos dejábamos llevar sin gobierno a la manera de quien deja su bote a la suerte de vientos y corrientes marinas a la espera de avistar cualquier falso paraíso.

sábado, 9 de abril de 2011

Sentirse bien

La principal necesidad del individuo es “estar bien”. No me refiero sólo a no pasar hambre o frío sino a algo cuya mejor definición sería “sentirse bien”. Uno se siente bien cuando experimenta una sensación de integridad en el sentido de “totalidad”. Yo me siento bien cuando me siento como uno, como un todo, “de una pieza”, sin fragmentar. En la vida cotidiana este sentimiento de sentirse uno e indivisible, o mejor dicho, no tan dividido al menos, se consigue al conjugar varios elementos como: “se quien soy, se cual es el lugar que debo ocupar y estoy en ese preciso lugar, sé lo que hago y por qué lo hago, sé como se hace”, y así. Para el individuo la única percepción válida de progreso es la de pasar de “sentirse mal” a “sentirse bien”. Individualmente este progreso es posible, pero sólo unas cuantas personas son capaces de vivir una vida individual, independientemente de las circunstancias sociales o incluso oponiéndose a ellas.

Sławomir Mrożek (Borzęcin, 1930)
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